La ciudad de los gatos
En la ciudad de los gatos
donde el atardecer es rojo en memoria del crepúsculo
se amaron,
se desearon.
Follaron entre el cielo del ocaso,
las llamas del infierno
y la mirada de los días.
Las sombras del pasado se confunden
con el vapor de té y hammam
cuando al caer la tarde suena una nana
por el hijo olvidado de aquella noche
que se maúlla desde los callejones:
la ciudad canta al son de la canción de los gatos.