Claves escondidas en el valle del espejo: primera entrega


Como ya sabéis, en la contraportada de mi libro prometo que aquí podréis encontrar las claves escondidas en El valle de los espejos perdidos. Y lo prometido es deuda, ¿verdad? Os presento la primera entrega de "Claves escondidas en el Valle del Espejo". Hoy: inspiración y tipos de historias. ¡Comenzamos!

Introducción

Lo confieso: soy una fanática del estudio de la simbología, los significados ocultos, las historias que los seres humanos repetimos una y otra vez durante siglos cambiando los detalles pero usando los mismos códigos. En esta entrega os voy a hablar de esos códigos, de la raíz de cada relato, de la fuente y el nacimiento de cada cuento... ¿o pensábais que la musa me había susurrado las ideas al oído?

El árbol familiar: el misterio del desván

A veces, el propio espacio donde se desarrolla la acción tiene un significado asociado. No es lo mismo una casa de caramelo en el bosque que una buhardilla parisina, ¿verdad? Tampoco nos inspira lo mismo la llegada de una nueva familia a una mansión abandonada que la reapertura de una vieja chocolatería. ¿Notáis la diferencia? Lo más seguro es que si sois imaginativos, con solo mencionar estos lugares vuestra creatividad empiece a funcionar. De la misma manera, no es lo mismo que la historia transcurra en el sótano o en el desván. En el sótano hacemos un movimiento hacia abajo, paso a paso bajamos las escaleras con cuidado, buscamos el interruptor a ciegas y nos repetimos una y otra vez que no tenemos miedo, no pasa nada, solo es oscuridad. Pero todos sabemos que en el sótano duermen los monstruos.
El desván es diferente. En el desván tenemos que subir y las escaleras nos llevan hacia la luz. En el desván se guardan tesoros viejos. Cuando sube al desván, el protagonista lleva consigo el espíritu de los descubridores. No es cuestión de azar que sea en un desván donde se esconde el juego maldito que te llama con tambores ni donde Bastián se resguarda para leer La historia interminable. Porque en el desván, en realidad, lo que se guardan son secretos. Y alguien tiene que descubrirlos.

Hoguera de medianoche: el arte de soñar

Una pregunta que nos persigue desde los albores de la humanidad: ¿qué significan los sueños? ¿Significan... algo? Presuponer que sí sería lo mismo que decir que los sueños, de algún modo, forman parte del mundo real desde otra perspectiva. Incluso en ciertas ocasiones, las pesadillas y los sueños se han personificado como seres, entes que aparecen para hablar con nosotros o provocarnos extraños efectos. ¿Recordáis a los espíritus que visitan a Mr. Scrooge en el Cuento de Navidad de Charles Dickens?¿O La pesadilla del pintor suizo Johann Heinrich Füssli? Pues en este relato, he querido ir un paso más allá: ¿y si los sueños siguieran ahí cuando despertamos?

El sueño de Pandora: la caja sellada

Cajas sin llave. Cajas malditas. Cajas que provocan rumores, historias, mitos. ¿Las conocéis, verdad? Existen hasta cajas con gatos que están vivos y muertos a la vez. Podemos remontarnos al mito de la caja que abrió Pandora y guardaba todos los males y los bienes del universo, hasta llegar al relato contemporáneo de Neil Gaiman "No le preguntes a Jack", un misterioso juguete guardado en una caja sorpresa. Pero en este relato, lo que se guarda en la caja es ardiente, vivo, puro. No daré más detalles, tan solo diré que este cuento está dedicado a toda la comunidad LGTBIQ: vuestra valentía no se puede expresar en ningún relato. 

Tres avemarías: damas negras

En el imaginario popular, existen las llamadas "damas blancas" y "damas negras". Damas blancas que aparecen en el bosque y rescatan a los niños o impiden que mueran de frío en una noche de invierno. Damas negras que aparecen en medio de la noche, llaman a tu puerta y esconden su rostro bajo un velo oscuro. Algunas ofrecen flores encantadas o manzanas envenadas a cambio de cobijo, ¿os suena? Otras, si nos acercamos más al folclore nacional y a las historias populares, simplemente entran y se sientan junto al fuego, en silencio. Y otras, si escuchamos las leyendas de los pueblos de mi tierra, Extremadura, aparecen para velar a los muertos. Os contaré más sobre ello en una entrega especial dedicada a los secretos de este relato.

Negro como el carbón: el viaje y el tiempo

Algunos exploradores han encontrado en sus viajes maravillas o seres monstruosos. En otras ocasiones, se han visto atrapados en un espacio en el que los elemenos no funcionan de la misma manera que en el resto del mundo. Uno de estos elementos es el tiempo. Todo el mundo conoce esas historias en las que el protagonista entra por una puerta misteriosa o llega a un lugar desconocido en el que el tiempo no funciona igual que en el resto del mundo: la archiconocida isla de Calipso en la Odisea es el ejemplo mejor conocido por todos. El túnel temporal de Dark es otro ejemplo reciente, en este caso más conocido por los seriéfilos. En el caso de este relato, el viaje será a través de una cueva, pero como dijo Ende: eso es otra historia y será contada en otra ocasión.

Cuento de Navidad: el universo en una cueva

Continuamos con las cuevas, aunque en este caso desde una perspectiva muy diferente. Existe el mito de una cueva que guarda el universo. Seguro que no os resulta extraña la imagen de una gruta en el centro de la tierra: el inframundo por ejemplo, que no es exactamente el escenario del universo sino de un universo, el llamado "universo inferior" según los estudios de cosmogonía. Para este caso, he escogido el núcleo mismo, esa sensación que aparece cuando piensas en "el centro de la Tierra" en una dimensión mítica. Esta idea, tan abstracta en apariencia, la podéis encontrar en la Odisea, en la propia Ítaca: Homero la retrata como una gruta sobre la que crece un olivo, donde las Náyades tejen en telares de roca viva y se guardan las ánforas, también de piedra, donde las abejas fabrican sus panales. Necesitaría muchos párrafos para explicaros esto, así que os dejo el artículo sobre "Arquitectura" de Diccionario de símbolos de Juan Eduardo Cirlot, por si os interesa saber más.

Algas rojas: la puerta secreta 

Niños y puertas secretas. En realidad, niñas y puertas secretas, por alguna razón que no alcanzo a comprender. Por más vueltas que le doy, si pienso en una puerta secreta que da a otra dimensión, la persona que agarra el pomo siempre es una niña: Alicia (Alicia en el país de las maravillas), Coraline (Coraline), Lucy (Las crónicas de Narnia)... y así podría seguir. 
Damas y caballeros, les presento a Corelga, la protagonista de Algas rojas
Creo que ya saben qué tipo de puerta va a abrir.

La linterna mágica: los ojos de los ciegos

De un modo extraño, a los seres humanos nos fascinan los ciegos. Es como si no pudiéramos concebir que las cuencas de los ojos, inútiles, se queden ahí. O tal vez sea esa sensación de absoluta oscuridad, tan parecida a nuestra idea de la muerte. La sordera, por el contrario, apenas nos llama la atención. Es curioso, ¿verdad? El caso es que la humanidad lleva inventando historias sobre ciegos desde los albores del mito: recordad a Tiresias o , por citar algo más cercano en el tiempo, el "Informe sobre ciegos" de Ernesto Sábato (Sobre héroes y tumbas). Se cree que el propio Homero era ciego (y que introdujo un alter ego en la Odisea, Demódoco) y eso, de algún modo, le da un halo de misterio, ¿no os parece?

Ur: el tótem primitivo

Hubo un tiempo en el que los dioses eran una mezcla entre naturaleza y ser humano. Ya os he dicho que soy una fanática de los símbolos, el mito y lo primitivo. Este relato es el resultado de mi labor investigadora sobre la evolución de los mitos en el tiempo y la pervivencia de una cultura transformada. La investigación es, en realidad, como un juego en el que le sigues la pista a un tesoro. Y este relato, en concreto, es como la chispa creativa que explota a presión después del trabajo de biblioteca. 
Salid al bosque una noche y encontraréis a Ur. Yo sólo la he capturado en una historia para que la conozcáis pero estoy segura de que ya has oído hablar de ella. Tiene muchos nombres y muchos rostros, pero siempre forma de mujer y naturaleza (animal o vegetal). Y siempre tiene hambre, oh sí, mucha hambre.