Espejos en el laberinto





Narciso miraba su reflejo cristalino y difuso en el agua. Cuanto más miraba, más se enamoraba de su sombra. Y cuanto más se enamoraba, más moría. Su alma se iba alejando de esta realidad, flotando hacia el inframundo de las aguas, hacia el sueño de los embriones dormidos.

El mito del espejo en el espejo del mito, un reflejo del inconsciente de la Historia transmitido entre susurros por los hijos de los días y las hijas de las noches. Las sombras de un alma numinosa que palpita escondida en la niebla y canta sobre el río al atardecer.

En el laberinto están los espejos.
Allí no sirven las brújulas, ni los mapas, ni las cerraduras.
Allí no sirve despertar.
Allí no sirve huir del Minotauro.
Pues el laberinto eres tú. Los enigmas que encontrarás son símbolos que sólo tú podrás interpretar. Cada ser humano vaga por su propio laberinto en el que vive todas las noches, en el que muere todos los días... en ese otro mundo que no podemos recordar.